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La toponimia tiene sus momentos de lucidez, su lógica interna, en ocasiones lúcida y brillante. Después de la penúltima curva de la antigua carretera de Colmenar se erige la Venta La Nada, que debe su nombre al páramo donde se levanta y su fama al lomo en manteca con vino dulce que cualquiera puede meterse allí entre pecho y espalda. Venta La Nada, donde una noche Violeta Niebla vio unas manos, apenas unas manos, iluminadas por los faros delanteros de un coche. Y tiró la foto, inquietante como sólo puede serlo la belleza.

Una imagen que se queda a vivir en la memoria de la retina como cuando miras con fijeza una luz brillante. Sólo que aquí la fascinación viene de la oscuridad. La Nada. Uno de los finales abiertos de Violeta Niebla reunidos en ‘Desenlace’, la exposición intimista y sutil que la joven artista y escritora malagueña acaba de inaugurar en Procesos Cruzados, el taller de Laura Brinkmann y Alba Blanco que ahora también abre sus puertas a las obras de otros creadores.

Y ‘Desenlace’ destila levedad física y hondura sentimental en las impresiones fotográficas sobre papel cebolla, translúcido y ondulante, prendido a la pared por puntillas metálicas como pequeñas heridas. «Busco lo orgánico, la idea de fragilidad», comenta Violeta Niebla sobre la muestra incluida en la programación del ciclo Málaga de Festival (MaF) previo al certamen de cine.

Una filiación cinematográfica que ‘Desenlace’ encuentra, sobre todo, en esa pieza oscura, de gran formato, expuesta en una sala frente a ocho sillas y una banda sonora creada por Luz Prado y la propia Violeta Niebla. Es la única obra impresa sobre lienzo, la única que no encuentra la compañía de un texto.

Imagen y palabras combinadas en la trayectoria creativa de Violeta Niebla y en la muestra de Procesos Cruzados. Su fugaz autorretrato en la esquina de un espejo sobre un folio que brinda: «Somos un Dios repetido». Su reflejo en sombra en el agua movida de una piscina junto a la leyenda: «Después del dictado de normas imposibles aparece la imagen de un trampolín. Muy libre de pecado, tira la primera piedra».

Un nuevo autorretrato, la mitad de las imágenes ofrecen a su autora, de Violeta Niebla en la orilla del mar, como salida de la niebla de su apellido o de un sueño: «Telescopio: miedo a tu órbita». Y otro autorretrato con la frase «De un infinito fingido como un orgasmo».

Imágenes que son poemas, letras como fogonazos, destellos delicados y hermosos, como el final abierto de una buena historia.

 

Texto de J.A. López para DiarioSur